lunes, 29 de diciembre de 2014

Oh Stones, lo hicieron de nuevo...

A veces, por momentos, la vida te sonríe y todo lo que te rodea es bello.
Esta sensación, cree quién les escribe, es una sensación de plenitud. Es una sensación que expresa felicidad, que te demuestra completo y te da pensamientos como "Es el mejor día de mi vida", "Podría morir en este momento y todo estaría bien" u "Ojalá este momento/día durara para siempre".
Generalmente, este fenómeno se relaciona con instantes de amor extremo, que llevan lógicamente a una felicidad 'inexplicable' (Y con amor no sólo me refiero a la compañía, abran su cabeza un segundo y piensen: el amor atraviesa todo lo que existe)

Hoy fui participe y protagonista de un momento de esa magnitud.
Hoy pensé "podría morir ahora mismo y estaría bien" (Lejos de la realidad se encuentra esta reflexión, ya que hay muchas cosas en la vida que pretendo lograr antes de dejar de pelear contra la muerte) y creo provechoso y enriquecedor compartir con ustedes, lectores imaginarios, esta sensación.

El horario aproximado fue entre las 22:00 y las 23:00. Venía viajando en el Renault Sandero Stepway del Russo, volviendo de la casa de Lucho. Luego de pasar una excelente tarde debatiendo acerca de nuestros destinos vacacionales y de disfrutar de la pileta y de una pizzas caseras violentísimas que me hicieron aumentar exactamente 3 Kg (Lucho tiene una balanza. Juro que me pesé antes y después de comer, y la diferencia fue de 3 Kilogramos exactos. Comí ocho porciones de pizza), decidimos regresar a Pueblo Nuevo. Opté por subir los vidrios del auto, porque a pesar del calor sofocante que sufrimos hoy día, estoy pasando por un resfriado y no quería empeorarlo, ya que solamente llevaba (y llevo puesto) ropa interior y un short húmedos. El Russo me pidió que ponga música, y como de costumbre, reproduje los cuatro temas que tengo de The Rolling Stones en el celular. Son cuatro canciones correspondientes al disco "Exile on the main Street." (Que recibí en esta navidad como regalo de parte de mis viejos. PD: ¡Son lo más!): "Rip this Joint", "Sweet Virginia", "Sweet Black Angel" y "Loving Cup".

Al oír "Rip this Joint", ambos comenzamos a movernos y a agitar los brazos, acompañando la situación con la proclama de "¡¡¡¡¡BARDO, BARDO, BARDO!!!!!" que debería secundar a todos los temas rápidos y más gancheros de Los Rolling. Antes de subir a la ruta cinco, el Russo me pidió que mire hacia la derecha para ver si podíamos cruzarla en dirección hacia Jauregui. Como nunca me acostumbré a observar con precisión con los vidrios polarizados entre medio, presioné el botón correspondiente para bajarlo. Así pude indicarle que la ruta estaba complicada. Y cuando se liberó, le dije que crucemos.
Paralelamente a eso, la canción "Sweet Virginia" comenzó a sonar.

Quizás sólo fue mi presentimiento, o quizás realmente el Russo usó su telequinesis escondida y que nunca se animó a revelar, pero automáticamente subí el volumen, y creo que eso le agradó. Hay algo particular con esta canción, y es que me recuerda todo lo bueno que me pasó a lo largo del recorrido existencial. Me llena totalmente de vida, y de ganas de vivirla de todas las maneras posibles. Así que como podrán imaginar, el hecho de que sonara ya me hizo sonreír.
Lo que sucedió después, fue simple. No es algo difícil, no es algo imposible. Pero represento un momento único y probablemente irrepetible o inexplicable si no estuviste ahí arriba.
Mi amigo y yo comenzamos a cantar la canción, usando toda la fuerza y el poder de nuestras cuerdas vocales. No creo que haya sido la interpretación más acertada del tema (de hecho creo que ninguno de los dos conocía la letra a fondo como para escribirla en un papel), pero el momento fue increíble.
Cantamos durante los 04:27 minutos de la canción sin parar de sonreír.
Fue gloria. Ese momento fue la gloria pura. Juro que en esos minutos, todo lo que sucede en la vida, toda la injusticia, toda la mierda de la sociedad y todas las cosas que siempre me revientan la cabeza y que me generan las preguntas que guían mi vida, habían desaparecido.
En ese momento, todo funcionó. El mundo estaba abrazándome. El mundo se transformaba exactamente en lo que yo deseaba (que es  lo que creo mejor para todos).

Ese fue el famoso momento en el que no hubiera importado si moría, estaba feliz. Estaba lleno.
El viaje siguió, y seguimos entonando el resto de las canciones. A pesar de haber mermado, esa sensación siguió (y sigue) presente de una manera tan poderosa que necesitaba expresarla.

Y ustedes, mis queridos lectores imaginarios ¿Alguna vez se han sentido tan felices? ¿Tan plenos? ¿Tan completos?

¡Felices fiestas!